PONDS
Fotografía es siempre radiografía. Voluntariamente o no, cada disparo retrata el interior de quien ejecuta la toma. No es una cuestión de técnica o azar; sino de la propia esencia del hecho de mirar. Marisa Culatto ejecuta su mirada de una forma compleja y, sin embargo, sencilla. Muestra con total honestidad lo que cree ver. Y es esta honestidad en el acto radical de mirar (y de mirarse) lo que logra que sus fotografías sean transitivas en un sentido lingüístico, esto es: capaces de incorporar sujeto, objeto y acción.
Cuando la lente de Culatto hace el camino de ida y vuelta que son sus fotografías (viendo hacia el exterior y mirando hacia el interior después) no es que se desplace o disloque. O que sea incapaz de abrirse a lo ajeno de puro ensimismada, sino que se ve obligada a regresar. Al fin y al cabo, sólo el ojo es capaz de crear la realidad. Ese mecanismo doble, como en aquel mito de la caverna, nos presenta a una artista que convive en feliz desorden con su prolongación técnica: la cámara. Así, esa cámara oscura, ambidiestra, y protésica hace tiempo que ya es irremediablemente parte constitutiva de Marisa Culatto, no pudiendo decir dónde acaba una o empieza otra.
Los Ponds o estanques de esta serie son un espejismo. En todos los sentidos posibles. Las piedras, agua, mohos o líquenes están y a la vez no están (aunque siempre son). Constituyen un ejercicio de refracción objetual, un juego de espejos. Y es que no son lo que parecen. Son paisajes sin territorio. Sin tierra. Sin lugar. Y es que estos son paisajes psíquicos. Proyecciones escópicas y reflejos del interior: estados de ánimo, pensamientos encontrados, gozos o dolores en su camino de regreso. El sistema de elementos, opuestos, complementarios o suplementarios de estos Ponds, apunta y relata el estado psíquico humano. No sólo el de Marisa Culatto - que lo hace - sino el de cualquier hombre, porque el artista - aunque no quiera - siempre habla por todos nosotros.
Al contemplar detenidamente esta serie, hay una percepción ineludible: que la materia que encontramos en estos Ponds ha llegado a lo que en la física contemporánea se denomina masa crítica. A ese punto a partir del cuál los elementos se activan. A este nuevo nivel de existencia donde emergen en un sistema autónomo, autoorganizado, cambiando de estado y de función. Logrando, tras esta emancipación, que lo inerte sea narración; que lo ajeno formule como propio; que las aguas estancadas sean bellas.
En contra del axioma cultural de lo veloz y la inmediatez que intenta instalar la fijeza de la vida en el desplazamiento, Culatto fija el desplazamiento de la vida en lo inmóvil... Y es desde estos terrenos donde logra extraer lo bello. Tal vez incluso, lo sublime en un sentido hegeliano. De nuevo a contracorriente, Culatto se posiciona frente al abandono de la búsqueda de la belleza que divulga a los cuatro vientos el establishment artístico vestido de negro, recordándonos el hecho diferencial del arte.
Abraham San Pedro